…las estadísticas muestran que en los Estados Unidos, casi la mitad de todos los matrimonios terminan en divorcio, y una de las causas principales es la infidelidad conyugal. No sé ustedes, pero en mi caso pasé años prefiriendo no tener novio y mucho menos esposo, porque simplemente no podía con el hecho de engañar o […]
…las estadísticas muestran que en los Estados Unidos, casi la mitad de todos los matrimonios terminan en divorcio, y una de las causas principales es la infidelidad conyugal.
No sé ustedes, pero en mi caso pasé años prefiriendo no tener novio y mucho menos esposo, porque simplemente no podía con el hecho de engañar o ser engañada; así que preferí tener la clase de relaciones que no implicaban el deber o reclamar fidelidad, hasta que, pues así, idiotamente me enamoré.
Decidí que podía comenzar a confiar en alguien, tal vez en ese chico que me convenció de tener una relación “formal”. De inicio fue raro, y admito que “por error voluntario” un día vi un mensaje, de la clase de mensajes que uno no debe ver en el celular de su pareja “monógama”… Y sí, ¡enloquecí!
Primero no sabía qué hacer y decidí que haría como que no había visto nada y lo olvidaría, porque podía ser cualquier cosa menos lo que yo me estaba imaginando. Al cabo de un par de horas me venció la tentación y aún sabiendo que a mi pareja no le iba a gustar que yo hubiese husmeado en su celular, preferí enfrentarlo.
Le pregunté y, básicamente, después de que me llevé un gran sermón de “¿por qué lo hiciste?, ¿no confías en mí?, ¿es mi privacidad?” y bla, bla, bla…, recibí la explicación que mi corazón, no así mi cerebro, necesitaba.
Y como la mujer enamorada con sentimiento de culpa que era, pues efectivamente le creí tooooodo lo que dijo. Al final la que se tuvo que disculpar por “no saber respetar” fui yo… Ese día llegando a casa pensé que si yo había decidido tener una relación monógama y lo cumplía al pie de la letra, seguramente él también podía hacerlo.
Tenía dos opciones: enloquecer de celos cada vez o confiar y dormir tranquila. Decidí lo segundo porque yo simplemente quería ser feliz. Pero sonaba esa pregunta de una compañera de trabajo cuando le dije que no tenía novio porque no quería que me pusieran el cuerno “¿Qué no piensas que eres suficiente para alguien?”…
Entonces me di cuenta de que podía convertirme en un ser humano maravilloso para que ese alguien siempre me encontrara disponible en cualquier aspecto que necesitara; seria yo la más fiel y no sólo a él, sino a nosotros, a la promesa que yo hice: a mis valores, a mis sueños, a mis principios y, por consiguiente, tendría la conciencia tranquila sabiendo que ser fiel es posible, puesto que yo lo era.
Dormiría tranquila porque sabía que al final yo entregaría cuentas únicamente de mis actos y que de cualquier modo, yo no podía vigilarlo 24 hrs. al día. No había modo de saber si me puso el cuerno una o mil veces. ¿Para qué mortificarme por algo de lo que nunca tendría la certeza?
Así que yo creo que sí, sí se puede ser fiel si esa es en verdad tu convicción, porque si lo haces por quedar bien sucederá que no vas a ser feliz y tampoco será feliz la persona a la que “engañas”.
Me gusta pensar que todavía hay corazones limpios y almas gemelas que pueden confiar entre ellas, y que jamás se traicionaran. Me gusta pensar que existe la gente honesta, me gusta pensar que ser fiel es una decisión que algunas personas tomamos en serio porque al final serle fiel a tu pareja, en mi opinión, no es más que la consecuencia de serle fiel a uno mismo, a lo que se quiere, a lo que uno sueña.
El problema es que cuando no sabes qué quieres, en realidad tus decisiones se toman sin considerar las consecuencias, puesto que no sabes contra qué equilibrar la balanza. Les puedo decir, por experiencia propia, que ser fiel es posible, no tengan miedo de amar como les gustaría ser amados, no tengan miedo de respetar como quisieran ser respetados, al final somos responsables únicamente de nuestros actos, atrévanse los corazones honestos sí existen.